El plástico que da forma a los envases de refrescos y de aguas purificadas posee un amplio potencial de reciclaje que, hasta la fecha, no ha sido aprovechado ampliamente. Las leyes recién elaboradas para desechos municipales, así como un par de iniciativas de las empresas refresqueras, podrían finalmente ser los detonadores que necesita esta promisoria industria.
Cada año la fabricación de diversos envases plásticos para refrescos y aguas purificadas se incrementa en 50,000 ton. Este dato, que regocija a los productores de la materia prima, el tereftalato de polietileno (mejor conocido como PET, por sus siglas en inglés), tiene su lado oscuro: los desechos.
De un total cercano a las 500,000 ton anuales de botellas usadas, más de 80% va a parar en su mayor parte a basureros municipales y rellenos sanitarios, aunque también se les encuentra en calles, terrenos suburbanos, cauces de ríos, playas y los más apartados espacios campestres, desde las cumbres nevadas hasta las profundas cavernas.
Ello parece inevitable, pues estamos hablando de una montaña de basura plástica que cada año conforma entre 8,000 y 12,000 millones de recipientes desechados. Su actual disposición no sólo representa un problema ecológico, sino también un dramático desperdicio de un material con gran potencial de reuso.

En principio, ambas legislaciones establecerán nuevas reglas para el manejo de la basura y cubrirán los vacíos normativos que generaban incertidumbre entre los inversionistas interesados en el reciclaje de plásticos.
Dale click a la imagen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario