miércoles, 6 de enero de 2010

El magnifico ululato de un tren mulato.

Dreams in the hell. | El magnifico ululato de un tren mulato. @Gizeh

El magnifico ululato de un tren mulato, rompía el silencio, de aquel ennegrecido, & funesto pueblo.
Chu-cu-chu-cu-chu.

Se escuchaba a lo lejos, mientras las personas asombradas salían de sus casas.

La estación enmohecida & atiborrada de telarañas, parecía inerme ante tal acontecimiento, con las maderas chamuscadas & vías deterioradas.

Los vendedores de boletos seguían en sus tarimas, como si fueran de piedra, con la mirada perdida, con el sueño presente aun & cuando es de día.

Como si aun después de tanto tiempo siguieran con la convicción de vender alguna butaca. Chu-cu-chu-cu-chu.

Los pueblerinos enmudecieron, no era una alucinación, como otras tantas cruelmente el viento les había hecho creer, era un tren de verdad, & al ir bajando la velocidad comprendieron que su próxima parada seria ahí, su hogar.

Los mas ancianos sufrieron desmayos & bajas considerables de azúcar, mientras que los jóvenes saltaban & aullaban a lo alto.

El alcalde rápidamente corrió de su oficinilla destartalada, se en calzo las botas & camino hacia la estación.

Impertérrito ante lo que veía, despues de todo era el jefe de aquel pueblucho & debía mantener la calma.

El tren paro con un inundable chirrido.

Esperaron, & vieron los oxidados rieles, felices de tener por fin después de varias eternidades un tren que soportar.

Aguardaron, para ver salir a la elegantísima gente, para escuchar el bullicio de los amables visitantes. Silencio. Nadie salió, nadie hablo, nada paso.

El valiente alcalde, se acomodo los pantalones & dirigió osadamente su choncho cuerpo hacia el frente del tren.

No había conductor.

Enmudecido, junto a los hombres mas fuertes del pueblo, & comenzaron a investigar aquel misterioso tren. “No hay moros a la vista” grito uno de ellos. Dada esa señal, entraron.

Los ojos se les salían de orbita, algunos dos de esos fuertes hombres babearon & el alcalde soltó un chiflido de admiración.

Era lo mas majestuoso que podrían ver en toda su miserable vida.

Una ciudad sobre rieles, mesas, habitaciones, parques, albercas, como si las dimensiones que había por fuera, no coincidieran con la enormidad de las entrañas del tren.

Pero lo que mas causaba conflicto en las mentes, era que no había señal humana dentro.

Temerosos los aldeanos se acercaron, palparon & disfrutaron el maravilloso regalo de los cielos.

Felices niños, & adultos reían, saltaban, comían aparatosos manjares.

Desde el cerro mas cercano aledaños al pueblucho de los mil años, reían por lo bajo, al ver como los pobres provincianos, hacían, maroma & media sobre el aire, pues todos radiantes sobre las vías pataleaban, su imaginación les hacia una jugada.

La soledad les creo esa visión, pero la sentían fuertemente en su corazón.

No había tren, ni nada de lo que les platique, solo sus ojos, que parecían creer, todo lo que conté.

No hay comentarios:

Publicar un comentario